DE PRINCIPIO...

sábado, 26 de junio de 2010

A la vejez. A mi abuela.

Aquí estoy yo.

Me hablarás de aquel día
y amanecerá en tu cara
una sonrisa cohibida.
Hablaremos de hoy…
¿y de mañana?
...
no lo se
...
no sé si mañana
hablaremos de mañana.

Allí estaré yo.

MAFY.

jueves, 17 de junio de 2010

Siento pánico

Al final esto de los poemas hasta me esta gustando:

Siento pánico al lienzo en blanco. Vacio.
Miedo a perder el bolígrafo. La pluma.
Terror a no escribirte versos de luna
Pavor a la última metáfora. Frío.


Y rimado y todo (12 sílabas; A,B,B,A)

miércoles, 19 de mayo de 2010

...

Es mi primer poema decente, soy feliz =):

Camino por el camino de la vida,
pisando cada palabra que sale de tu boca,
recogiéndola, estirándola y mimándola.
Y después otra.
Y camino.
Y piso.
Y estiro.
Y mimo.
Como un chiquillo de papel.
De papel arrugado,
que pisa las palabras que salen de tu boca.

lunes, 19 de abril de 2010

Aguardando la muerte

Miré por la abertura de la pared.
Varios disparos habían abierto aquel agujero. Estaba esperando la muerte.
Mojado tras haber huido por el rio durante días. Sucio tras haberme ocultado entre el ganado en aquella granja inocente.
Recordé aquel tiesto que mi madre regaba cada mañana. Recordé haberme sentido limpio. Sin haber matado a nadie. Con las manos limpias de sangre. Saqué el pañuelo blanco que tenía en el bolsillo. Había perdido muchas cosas en aquella guerra, pero aquel pañuelo seguía allí, tan blanco como siempre. Intenté limpiar mis manos. No pude, aquellas manchas no se irían nunca. Esas muertes siempre seguirían allí. Solo conseguí manchar el pañuelo.
Miré el suelo, un líquido espeso y pegajoso lo cubría, sangre de mis compañeros ya muertos. Muertos en aquella guerra que no era suya, que no era nuestra, que puede que no fuese de nadie. Una guerra como tantas otras, sin sentido, llena de mentiras, de malas palabras, de actos inútiles.
Volví a asomarme por aquel agujero de la pared.
Noté aquel libro en mi bolsillo, aquel libro sagrado, el libro que me regaló mi padre cuando tan solo era un niño.
-Algún día, cuando no puedas explicarte algo, cuando ya no tengas nada a lo que agarrarte, él será tú salida.
Una frase que siempre me ha acompañado de la mano durante toda mi vida, pero que nunca he llegado a comprender del todo. “¿Qué quiso decirme con ello?” Me lo he preguntado muchas veces. Nunca lo sabré. Ahora es demasiado tarde para preguntar.
Un libro que aparentemente no sirve para nada, una frase que tampoco sirve para nada. Pero ahora mi vida se está acabando; apenas me quedan unos segundos. Quizás fuera esto a lo que se refería mi padre.
Sé que no me quedaba tiempo, sé que todo acabará en apenas unos instantes, sé que este libro no me salvará de una muerte asegurada, una muerte que, sin saberlo, persigo desde hace mucho tiempo, una muerte que sin duda no compensará todas las que yo he dejado atrás.
Miro a través de la abertura. Un soldado en el tejado de enfrente me apunta con su ak-47.
Abro el libro.
“Avanzan contra mí, ya me cercan,
Me clavan sus ojos para tirarme al suelo.
Son como el león ávido de presa.”
Sal 17, 11

Espero la muerte.

martes, 13 de abril de 2010

Mis Zapatos

Acababa de llegar, acababa de terminar mi camino, acababa de morir. Me daba un poco de vergüenza asique mantuve la mirada baja. Solo podía verles los pies, bueno, mejor dicho, los zapatos.

Había uno que los tenia totalmente nuevos, sin estrenar. “Habrá ido a lo fácil” pensé, “no se habrá complicado la vida”. No me gustó demasiado, y es que mi madre siempre decía que a la gente se la conoce por sus zapatos.

En frente, punteras desgastadas, posiblemente de patear a la vida, de enfadarse, refunfuñar, de pelear con todos y con todo. Tampoco me gustó.

Más allá unos zapatos llenos de barro, aa juego con su dueño, seguro que cayó y levantó hasta que no pudo más. Parecía cansado.

Miré mis pies. No tenía zapatos.