
Esta tarde de otoño, como tantas otras, he caminado hasta aquel murete en el que mi madre me había contado tantas historias, reales o inventadas, cargadas de imaginación, color, niñez. Mi madre nunca había crecido, o a mí me gustaba creerlo así. Ella me hacía sentir como una reina navegando en mi propio rio lleno de misterio. Durante todas aquellas tardes habíamos creado mundos y nos habíamos apoderado del tiempo modificándolo a placer. Hasta que un día, sin yo comprenderlo muy bien, me dijo que tenía que ser mayor. Grité, no podía soportarlo, grité entre tanto color apagado, entre tanta muerte a color. Algún día lo entenderás termino diciéndome.
Aun hoy no lo he comprendido.
MAFY.
El texto está bien y aunque se corresponde con la foto no veo el grito.
ResponderEliminarSólo veo alegría y sorpresa, las de mi pequeña emocionada y sorprendida al descubrir algo nuevo y diferente.
lo se pero lo escribi en un bus medio dormida... no daba mas de mi...
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